Filly

¿Por qué software libre?

Me encanta intercambiar opiniones con las personas, y personalmente prefiero discutir con gente que sabe o entiende sobre el asunto en cuestión. Un poco cansada de escuchar: “¿Para qué quiero Linux? Si puedo tener Windows gratis”, decidí escribir este post. Este texto no intenta convencer a nadie, ni es necesario que quienes lo lean estén de acuerdo, simplemente voy a hablar de por qué es importante para mí el software libre. Tampoco voy a hablar sobre programas, nada de Windows VS. Linux ni cosas parecidas.

Usar software libre muchas veces tiene que ver con una cuestión de ideologías y no de comodidad o calidad.

¿Qué significa software libre? ¿Por qué lo usa la gente?

Su concepto se refiere principalmente a la libertad del usuario sobre el software que ha adquirido, lo cual implica poder usarlo con cualquier propósito, modificarlo, conocer su funcionamiento (y por tanto contar con las herramientas para esto) y distribuir copias del mismo. “Libre” no es lo mismo que “gratis”; así como el software gratis puede restringir las libertades de los usuarios, el software libre puede distribuirse de forma comercial.

Sin embargo, no mucha gente conoce la filosofía detrás del software libre, y generalmente se ven comentarios de usuarios diciendo: “Si usás Windows no te podés hacer llamar programador”, o cosas similares. Yo creo que esa clase de “violencia” genera una respuesta similar, que suele ser algo como: “Cómo j*dés con Linux, ¿eh?”. Así que si (todavía) no estás a favor del software libre, olvidate por un momento de los comentarios que leíste al respecto, y vamos a pensar en frío.

Todos sabemos por qué a uno lo felicitan cuando compra una casa en vez de alquilarla: a una casa que es tuya la podés pintar como quieras, le podés cambiar las ventanas, modificarla usando tus propios planos (y prestarle esos planos a otros), venderla, alquilarla o tirarla abajo si querés. De eso se trata el software libre. Ya sea que lo hayas adquirido gratuitamente o hayas pagado por él, tenés derecho a hacer lo que quieras con el producto, dentro de los límites de la ley.

Uno puede hacer lo que quiere con las cosas que adquiere (Fuente).

Ahora, digamos que compro una licencia de US$200 a US$350 de algún programa de código cerrado, y trabajando en él me encuentro con que hay una herramienta que no tiene, que me sería muy útil. La puedo desarrollar yo y agregarla al programa, ¿no? No, no podés, es ilegal. Tampoco le podés pasar esos cambios a tus amigos para que ellos también tengan esa herramienta, aunque ellos hayan pagado la licencia del software igual que vos. Al parecer el programa me está comiendo más recursos de los que debería… puedo revisar su código para saber si no está haciendo ninguna conexión extraña, enviando datos sin mi autorización o semejante, ¿no? No, no podés, es ilegal. Si encuentro un error en el programa y sé cómo modificarlo para solucionarlo, ¿puedo? No, tampoco, como mucho podés enviar un reporte del error y esperar que a la compañía desarrolladora le parezca lo suficientemente importante como para dedicarle tiempo. Ah, y puede que también tengas que pagar por la siguiente versión del programa en la que se arreglaron esos errores, by the way, aunque los encontraran gracias a tu cooperación.

A su vez, la compañía que tiene los derechos del software puede, básicamente, hacer lo que quiera con el producto. Pueden descontinuarlo, quitarle soporte o modificarlo sin previo aviso. Pasó con el soporte para Flash del iPhone, pasó con Windows Live Messenger, que en cierto punto te bloqueaba el acceso a menos que instalaras las nuevas actualizaciones. Pasó cientos de veces.

Al final resultó que no pagué para ser dueño de un producto, sino para alquilarlo. Ésa es la diferencia entre el software libre y el propietario.

Pero yo no soy programador, no puedo modificar ni entender código, ¿qué me importa el software libre?

Como dije antes, es una cuestión de ideología. Sí, podés tener una copia “"”gratuita””” de Windows (“"”gratuita””” _meaning _“pirateada”) y crackear todos los programas que quieras. Total, ¿a mí que me importa cuáles son mis obligaciones legales si las puedo evadir, no? Bueno, no, a mí me gusta pensar que no es así. Personalmente me encanta poder usar las cosas para lo que quiera y hacerles lo que se me antoje sin violar ninguna ley. Y me gusta no tener que ceder mis libertades al capricho de las empresas, tanto que prefiero sacrificar algunas comodidades y usar programas como GIMP, aunque no sean tan buenos como Photoshop. (Ojo, GIMP es el único programa que me hace renegar, por eso lo puse de ejemplo, pero el resto de mis experiencias con software libre ha ido de buena a genial.)

Sumado a eso, uno debería pensar en el poder de la cooperación colectiva. Imaginen el alcance de una cultura en donde la gente no trabaje para llenarse de plata ellos o su empresa, sino por el bien común, haciendo lo que es más conveniente para todos, o siendo libres de realizar las cosas de otra forma si uno no está de acuerdo con las decisiones del resto. Suena utópico, ¿no? Pero justamente de eso se trata el software libre, que a su vez impulsó el desarrollo de otras ideas, como el concepto de la cultura libre.


En resumen, el software libre se trata de libertad, del poder hacer todo lo que la ley te permite sin depender de las decisiones o caprichos de otros. A algunas personas no les importa, y otras directamente no están de acuerdo. El camino que elijan va por cuenta de ustedes.

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